Nunca dejó de pelear. Y a su alrededor, rodeado del afecto familiar, nadie dejó de creer que Juanjo Araya estaría pleno y de regreso algún día para seguir con su camino. Hombre solidario y de gran corazón e integrante de una familia de Coronel Suárez que respiró y respira polo, que ama los caballos y que siente una profunda pasión por este deporte. En el caso de Juan José, que abrió sus puertas, además, al referato.